Santiago Miranda

Las ciudades obnubilosas

 

Repleta de callejones y muros insondables
Cada esquina afila su esquirla del espejo
Partido, en pequeños fractales, contiene vasta
A sí y su universo; lo recursivo, cada
(Una de sentido único-bidireccional)
Entrada o salida ¿Qué es lo macro
Para lo micro? ¿Qué es la exacta
Igualdad de lo mismo? Espejos
Donde todo lo que hay habita
En el abismo entre vidrio y reflejo
Entre órbita y luz necesaria, son tantas
Las cosas que solo pueden ser comprendidas
Fuera de sí / Esta ciudad por ejemplo
Que bien puede ser cualquiera (nada es
Idéntico a sí) y nadie la conoce de forma entera
Aún habiéndola habitado en total existencia
Hay recovecos intransitados y lúcidas sustancias
Consustanciales al hecho, esta embrigación
Del intelectual, no es la única arista equivocada
Puertas pueden haber o ventanas, cuartos eternos
Y uno quedar atrapado a puertas abiertas
Uno puede quedar atrapado en su propio espacio-tiempo
¿El vicio incita a cruzar los infinito? O por el contrario
¿A no salir de lo real señuelo y espejismo árido?
Esta ciudad como una buena esfera se comporta
Conteniendo infinitos en cuántos planos, caracoles de comercio
Malls, metros, cines donde nada pudiera perderse
Excepto esta vida pendiente de reencontrarse
Al cuerpo, al sueño, al deseo de lo imaginado
Solo queda continuar en la senda de al fin reconocerse
Perdido como otro, como tú o como aquel que era
Un tal extraño que se nominaba yo frente a otros
Por eso al cerrar los ojos y ha cruzar las puertas
Entregarse al flujo intuitivo de las calles, oler lo oculto
Abrir la última puerta, encontrar en lo posible la llave
De lo trascendente en el frío mapa de la inercia