La risa, mi leve gozo,
serafín de mi cara,
con la que vivo y canto,
y también, adoro.
Es semilla del alma.
Mitiga el temblor
del vivir y las breves
horas, atrasa.
Mis pupilas ríen,
-destello de ansiedades-
Cometas de pensamientos,
que sin morir, viven.
En el alba vislumbro
también la risa, el sol
de perpetuo orden es,
en mi lecho, abrazo mudo.
Vaivén eterno la risa,
que nació de mi alma
despoblada, y ahora es
crecida lira.
Entre carcajada y llantos,
visión y realidad emergen.
Que la muerte me halle
en rictus de luz, colmado.