Lánguidas y desmotivadas
alamedas...
se retuercen vanas,
entre pálidas sombras
sin crepúsculo...
y un cielo azul
vencido nace,
en las catacumbas silentes
de su esfuerzo...
allá donde un recuerdo
pueril y tenue,
asume el desgarro
zaherido...
y apenas breve,
en las desconsoladas
avenidas
de su espíritu.