Sinsentido me anuncia el alba.
Mustio de dicha y encanto,
mi corazón es llanto y sombra.
Lumbre apagada tu ausencia.
¡Piedra de pena en el pecho!
Te has ido en el cascabel del sueño.
Arcoíris de ansias eran tus ojos.
Otórgame respuesta a la huida,
que la nada es puerto a donde parto,
y no queda nadie ni en mi mismo.
¡Breve embrujo, fugaces horas!
Llegaste a mi como noche en los campos
que turba de umbriedad las briznas
y los árboles. Me diste la dulce brasa
de la nostalgia. Besaste mis espinas.
Ahora, siento el alba apretarme
en nuevos fuegos, la vida recomienza.
Pero el tiempo es una escarcha,
el dulce tesoro me han sesgado.
Se ha ido la risa, ave de la tarde...
Sol que regocijas campos y ciudades,
mi lamento en la alborada es un jilguero
entre las sombras. Morirá todo hechizo
por la sinrazón de la ventura
que trajo el refugio de tu belleza.