Nuestro hogar,
nidito de soledad.
Dos que se amaron,
que ya no son más.
Reliquias
en nuestras manos,
recuerdos de un ayer.
Tus trajes guardados
que luciste
en tiempos
de lejana prosperidad.
Tus herramientas
pulidas en tu afán,
están en venta.
Duele verlas
en fino estuche,
que aprecia
mi nostalgia.
Tus cajones
repletos de tiernos
escondrijos,
donde guardas
las galletas,
y los dulces
para aquellas
manitas pequeñas.
Te amo en secreto
en estos días viejos
donde tú y yo
somos como sombras.
Olvidamos
la palabra: \"Felicidad\".
Y tú
vas con tus sueños
a cuestas
para sobrevivir.
¡Cuánta orfandad
en tus manos ajadas,
unidas en la plegaria!
Y yo,
alumbrada
por tenue lámpara,
voy echando poemas
al aire...
versos a vuela pluma,
que intento dejar...
pedazos de mi alma,
obsequio, legado
de amor.
Ojalá vivieran cien años...
Mientras tú y yo
solos
bajo el mismo tejado
consumimos
nuestros días.
Mi anhelo es
llegar al final
contigo...
con nuestros hijos
y nietos.
Siempre
reencontrándonos
aunque el duro destino
quiera separarnos.
Ingrid Zetterberg
Dedicado a mi esposo
en el tiempo en que yo aún
tenía esperanzas en mi matrimonio
De mi libro \"Por los bosques del silencio\"
Año 2,015
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