Apyarathos

Como si pudieras.

Tantea mi piel en busca del tesoro más grande, recorre con los dedos el contorno de la lucidez que me queda flotando a duras penas sobre varios deseos sin quemar. Electrifícame la mirada como si fuera tormenta en espera; descúbreme cegada por, algo más que anhelos tristes, memorias volátiles... Promesas combustibles.

 

Consíderame tuya, tanto como me comparta en tus manos. Sé mi papel-regalo, y yo seré tu presente continuo. Quédate conmigo, que cinco minutos más no hacen daño; quédate conmigo, limpia de mis alas rotas estos lamentos que ya se hacen un poco viejos.

 

Cúbreme con el Infierno desplegado en tus brazos, haz de tu boca el Paraíso, siembra en mis labios hambre longeva, de vidas pasadas, de ilustres dementes. Haz de mi cuerpo tu propia tierra conquistada; encadéname los suspiros, arrástrame plácida al lecho compartido, a la libertad enjaulada de tus sábanas mientras tus latidos acelerados me apaciguan finalmente los sueños.

 

Deja -por favor, por favor- de ser terreno del despiadado Morfeo, que mi alma no aguanta otro despertar así de desalentador. Quizás esta vez me conforme contigo, dormida en una cama que ni a la mitad te pertenece, y no sepa nuevamente de vigilias o borracheras en tu nombre.

 

Dime entonces que ya no eres sombra imaginaria, proclámale por fin a todo \"Soy yo y estoy aquí.\"

 

Dame tus explicaciones, nárrame tus pocos sueños, susurra en mi oído cada miedo secreto que te deshilache la sonrisa mientras miras el techo. Hazme partícipe de los pecados que te siguen, que si bien puedo ser confesionario... En mi iglesia, la penitencia no se sabe el Ave María. Es más de absoluciones hechas a besos por desgastar.

 

Sé mío, 

 

pero no mi invento.

 

... Que Dios no debería 

enamorarse de uno de 

sus ángeles.