Pedro Javier MV

Acribillando al sentimiento

Por tanto amar, un charco de lágrimas mojó la soledad.
Desperté y vi a la ausencia en el lado izquierdo de la cama.
                                                    En esa esquina, que no se arrugó...
Casualmente, el amor comenzó a subir del bolsillo hasta el corazón.
                                                    Su presencia se volvió vital.
Inesperadamente así como como quien ya no espera nada, sobre la cómoda…
…un poco de dinero para algún gasto.
… sobre esa mesa, que destiné a ser ese recóndito lugar de la esperanza,
                                                                 ilusión de muchos de mis deseos.

Tan solo aplicando algo de la física; la fuerza de atracción de un cuerpo;
y la luz que proviene de un par de ojos que concedió Dios,
similar a dos esmeraldas verdes, casi así, como una hipérbola.

De mi calma, subió la tensión de otros que pagarían por los llantos de una alegría,
o tal vez por un abrazo con algo de morbo.

…Y aquella sensación de querer soltar sin aparentarlo,
…el deseo de la pertenencia…

El borrarlo todo por un precio.
Aún guardo escenas en mi mente;
la primera vez que sentí el sabor de la adrenalina, mi frenesí.
                                          … pero solo cortos fotogramas de una película muy larga.

Los números rayados en muchos almanaques; la tinta del bolígrafo,
ya no se parece a la de antes.

Mi cuerpo sigue siendo el mismo imán, quizás ha perdido inducción,
pero la experiencia profesional es mayor.

También ese reproche de haber tenido una linda familia, lo sufragué en un anillo.

 Y así es como la ilusión se va apagando...
hasta lo más mínimo que me compone por aquello que no se logra ver.

Los sentimientos, vuelven a su tamaño de permanencia oculta, constante,
inexistentes para quienes son reservados ante la desilusión.
Resignados; al creer que no alcanzó la luz de una vida.

Lo imposible una vez más, me recuerda a una niña que regala un dibujo por el sentir más común.

Y es que...
¿Cómo tan brillante mujer aceptaría apocarse con las sombras de lo que no es propio?,
con los restos de lo que fue placentero.

                     …a eso, que le llamamos dinero.

 

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Pedro J.M.Valenciano

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