Te voy a decir en simples pasos
Que los ríos nunca regresaron a mi,
Te los llevaste e hiciste tu propio edén.
Eres el horizonte al que miro sentado en el acantilado, y con mis brazos en mis bolsillos estoy amandote aunque vos que eres el amanecer y el anochecer sólo aconteces sobre mi, arrojandome estrellitas y nubes.
Eres la hecatombe que va difuminando mis espíritus,
Danzas entre mis arbustos.
Nos reímos te tomo de la cintura y te beso suavemente. Tus manos suben por mi cuello, y comprendo entonces la vida. Lo necesario de ser amantes, lo esencial que a veces es invisible a los ojos.
Te recuerdo Dulcinea, María Santa que hierve mi sangre y calmas mi sexo y mi corazón heridos.
Abrazame que el tiempo se nos va.
Abrazame que las cosas se mueren y yo no quiero morir solo quiero fallecer en tus piernas, mirando al cielo y sintiéndome menos humano, sintiéndome animal
cortejarte y hacer el amor
Besarte y acariciarte,
Hacerte saber que el amor no es un pacto, que es una explosión, una orquídea creciendo dentro de nosotros.
María, no me hagas Santo, pongámonos los cuernos y las alas y juguemos a ser nosotros.
Estos seres que juegan detrás de la cortina de la noche.
Hunde tu mano en mi pecho y exprime este amargo sentir de tu ausencia.
Amar es un arte.
Y tú eres la diosa con la que agradezco, por unos momentos sentirme nada y todo a la vez.