Vengo del camino viejo,
donde la polvareda besa las hojas de los árboles
y las gotas de la lluvia juguetean con las flores.
Vengo del altiplano milenario,
cuna de raices ancestrales
cuyo imperio se glorifica con el paso de las centurias..
Vengo de la tierra morena,
donde los abuelos aún conversan con la luna y el sol
y elevan sus oraciones a las cordilleras de horizonte sin fin.
Vengo, donde el maiz es el nahual de mi pueblo
y las semillas del trigo dorado, el pan diario
que alimenta al campesino enamorado de su tierra.
Vengo de donde nace el riachuelo
que rio abajo, caudaloso se abre camino
entre los barrancos y veredas,
y pasa besando en su ribera, las raíces de los pinos y alamedas,
serpenteando, riega la fértil madre tierra.
Vengo de donde vengo,
allá donde la niebla duerme junto al matorral,
por eso, soy amigo de la bruma y la brisa mañanera.
Camine por donde camine,
con pies descalzos en el pedregal
aún así vengo . . .
al lugar donde el ombligo ha quedado.
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Jaime García Alvarez