Cuando la parca penitente deje
a su despojo en la profunda fosa,
llanto salobre sin ninguna rosa
en el sepulcro su abandono teje.
Cuarenta días enroscado al eje
del rumbo incierto de su fiel esposa,
con la certeza de un final que acosa
denso tormento de la vida hereje.
Tantos abriles sin ningún retoño,
con la quietud de la sentida brisa
en la presencia del terrible otoño.
¡Qué pronto llega!, la expiación avisa,
¡Qué triste muerte!, deshonrado moño,
a una existencia que se va de prisa.
Claudio Batisti