Mi compañera incondicional
A ti te escribo, mi amiga de tantas horas de angustia,
a ti que siempre estas cuando necesito una mano,
un soporte que me sostenga de pie, ante las dificultades.
A ti que soportas mis vientos y tempestades,
mis soles y las calmas que preceden la tormenta.
La que mira desde lejos, mis tristezas y las respeta.
Sabes que te llevaré en mi corazón por siempre,
que te he elegido para que cierres mis ojos,
sin llanto, con la tranquilidad del deber cumplido,
de haber dicho lo que debíamos decir,
sentido lo que era necesario sentir,
con entrega generosa y sin guardarnos nada.
Aprendiste a respetar mis largos siléncios,
a disfrutar mis alegrías, con carcajadas eternas.
Abandonaste tus quereres y viniste a acompañarme,
sin más compromiso que vivir, como fuera…
Para qué la ambición que solo nos maltrata,
nos amarga la vida y nos impide la felicidad.
Vivir libres, mientras llega la hora de irnos
y que ojalá ni la sintamos llegar, distraídos en reír.
Gracias, porque cuando ni yo me soporto,
tu café me tranquiliza y me recuerda que…
la vida es muy corta para andar sufriendo.
Gratitud eterna, mi Monita, compañera de la vida.
Ron Alphonso
7 de mayo de 2018