bordes negros limitan los cuadros de mi visión entre el colchón
y la transparencia provocada
por el movimiento rítmico del aire.
vuelan las estaciones
como pedazos
de árbol caen, conflictivamente, con el suelo.
Hipnotizado por la luz
del único poste visible, paso parte de mi cabeza
por el fúnebre cuarto marco e inhalo
un aire transcurrido
en dos bombeadas; una, deseosa; otra, engañosa.
Vuelvo a encontrarme con la estructura
de mil formas, el perchero que de humano le falta poco, aún este apocado por una bestia
color marrón de un único fin, silbar junta a la brisa , mi ropero.
Son las dos de la mañana y no lo entiendo