Ángel de amor, madre mía
atesoras mis quebrantos,
consuelas mis desencantos
y eres tú: dulce ambrosía.
Ángel de amor, madre mía
adorada mariposa,
veo tu rostro en la rosa
y en la distancia lejana,
eres mi eterna mañana
que deslumbra primorosa.
Ángel de amor, confidente,
incansable compañera,
siempre amiga en la quimera
que motiva mi presente.
Te apareces de repente
en mis horas solitarias,
presintiendo en mis plegarias
la nostalgia que desvela,
en la comunión que anhela
tus palabras necesarias.
Ángel de amor, musa inquieta
que inspira mis horizontes
y el universo entre montes
de mi añoranza poeta.
Es tu amor quien se decreta
mi escudero peregrino
y como un ángel divino
visualiza la esperanza,
con la fuerza y la confianza
de tu espíritu genuino.
Aimée Granado Oreña
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Gota de Rocío Azul