Colocar sobre la mesa de noche
todo lo he llevado en mi vida
es una rutina
trajinando los bolsillos
sacando lentamente las horas
para que no se rompan
así no volverlas a revivirlas
tocándola con el alma
para escoger solo aquellas mas importantes
el velador es frio y oscuro
que va devorando lentamente la vida
allí descansan mis sueños y dolores
y en un rincón las cicatrices de mi corazón
lo único que he aprendido
de este ritual durante estos años
que la vida se va depositando en la cotidiano
rituales de los adiós
ahora es el turno de mi hija
que se llama Belén
era mi hija
y de ves en cuando
sale a jugar con las imágenes
de mi recuerdos
desde el olvido
su risa y su mirada chispeante
dan la dulzura a momentos a la vida
también están un manojo de espacios
vacíos de mi matrimonio
ellos cuelgan de mi corazón
con su dedo acusador
va dibujando sonrisas
y algunas lagrimas
también dejo los cigarrillos
de un amor que pudo ser
mas que un beso de adiós
y el dulzor de su piel
que se va colando entre los dedos
ya secos sin su roce
en esta mesa de noche
descansa esas cicatrices
que pesan en mi pecho
pero no puedo dejar de soltar
acompañándome durante el día
y que ahora descansan al final día
para seguir junto a mi por la mañana...