Llegó la golondrina a rozar el pétalo
pero se quemó;
un humeante hastío emanó del antiguo verdor de su flora
los surcos por donde antes pasó la savia
se esfumaron en un precipicio de amargura.
Ahora mustia la hoja y mustias las alas
golondrina y pétalo lloran su propia muerte
su conexión con Thanatos;
lo que un día fue flor y miscelánea de gozo
ahora se torna brevedad y amargura.
Salió el Sol de espaldas
la Luna llorosa dejó caer a las estrellas
el mundo cambió su rostro limpio
por un espejo negro de soledad universal.
La alegría previa de la golondrina y el pétalo
invocaban la dicha del vivir
pero su roce acabó con la luz
mató al corazón y lo llenó de llagas.
Se amó a una roca inerte
que provocó el aislamiento de todo ser
la desdicha de querer ser un indómito
amante del desamparo.