Las nubes de la tarde
su último resplandor reflejan.
A la distancia el crepúsculo se esconde
en la desnuda oscuridad de la noche,
que sobre nuestras almas con lentitud resbala.
Bajo el resplandor de las estrellas
nuestro reposado andar se alumbra.
La marcha detenemos,
el saliente lucero de la tarde
cruzar el horizonte contemplamos.
Con envidia nos mira suspirando
burbujeantes alborotos,
en su ardiente imaginación.
Resplandeciente el lucero un ojo me guiña,
animándome a revelar.
Ese infinito y deshilachado sentimiento,
que en mi ser despiertas.
bambam