Como preciosa joven presumida,
de todas las beldades, la más bella,
aunque tenga en su norte que destella,
esa horrible altivez empedernida.
Y en pedestal dorado convencida
suspira en otro mundo la doncella,
creyendo que a sus pies, quedará aquella,
que no diera la talla a su medida.
Pero yo soy de aquellos que pondera,
la belleza que surge cristalina
de la flor montaraz de la pradera.
No este bello artificio de vitrina,
efímero fulgor, dulce quimera,
tal cual, para exhibir en marquesina.
Claudio Batisti