Mi amor,
¡cuánto te esperé!
Por días oscuros
caminamos juntos
por temor a perderte.
Mi pequeño querubín,
mi dulce primogénito...
¿acaso he olvidado tu gemir?
Nueve meses
de esperanza que oscilaba
entre risas y temores
hasta que por fin
tu carita suave de algodón
se rozó con mis lágrimas.
Y te abracé con mi alma
y con mi carne,
mientras tu gorjeo
de dulce avecilla
vibraba en mi seno...
Y pude oir tu llanto,
hijo mío...
mi amado,
mi escogido....
Han pasado 44 años
y tu tierno llanto
por aquel pasillo
de hospital,
jamás podré olvidar.
Ingrid Zetterberg
Dedicado a mi amado hijo Raphael
De mi poemario \"Secretos de mi alma\"
Año 2,018
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