¡Dios mío, que solos
se quedan los muertos!
Becquer
Aunque no odio la rima,
esta vez el poema
volará amedrentado;
así... apenas rozando
a las tiernas raicillas
de la húmeda tierra
que sobró de tu fosa.
Y es que, el paisaje urbano
no guardó tu silueta
y el calor de la \"Ludlow\",
confirma que, ahí estabas
formando caracteres
con el metal ardiente;
sufriendo tus achaques,
junto a bustos enormes
de mujeres sensuales.
Así, llegué a tu senda
carente de Poesía.
¿Podrían mimar las musas
tu extremidad de pino?...
Mas tu alma poderosa
no se hallaba incompleta,
jamás te doblegaste
ante nada ni nadie.
¡Durísima existencia.
Verdad es que, llevaste
una dura existencia.
y el erial becqueriano
fue constante en tu vida.
¡Héroe diario!,
de cotidiana lucha.
Domingo solidario;
rastreador de \"menudo\",
madrugador de \"pata\";
unido en la \"pancita\"
con Rafael y Chava,
con Luis y con Roberto.
Adiós, Adiós Nachito,
en pos de tu destino...
hoy yaces bajo el lodo,
entre piedras y lluvias;
entre hormigas y topos,
pasando tu sustancia
a los astros y espigas...
Huyendo de la rima...
cumplí así, la tarea
que me dio mi compadre...
Penoso y duro oficio fue, buscar
la dulzura del verso
para tu muerte amarga.