Joyas majestuosas llevas en todo tu templo,
Polvoreadas de ansias té silban en mi centro...
¡Ven! Lluéveme, con tu encandilado gran revuelo
hipnotizando con los vaivenes de tu tiempo
imperturbable, ¡Llega con flor de tu cerezo!
Colonízame, pío dulce de tu aderezo
fresco, cúbreme presto en los brazos de Morfeo,
entra a mi portal bañando el etéreo beso,
onda alzando el porvenir con el presentimiento.
¡Ven sin evadir impuestos temblando mi suelo!
Leva tierra firme con apéndices de cielo
en mi alma, construye mil castillos en mi velo
hilvanando fibras suaves en el sentimiento
bajo claros de Luna, en el callejón del viento
¡Repatría lindes, explora mi monumento!
Deambula mis calles áridas al momento,
pavimenta grietas en caricias y denuedo,
gobernando nieblas, piedras y remolineo
de cargadas lápidas y basto enfriamiento,
gentil sosiega mis aguas en manto acuífero.
Ven y Afianza tus paraísos en mi estamento
Reviste con faros y fiesta éste firmamento
en sonrisas y dulces labios en titileo,
deja al porvenir aclarar el aire violento
Logrado barrer moléculas en desenfreno.
Guía tus ricas arcas al clemente encuentro,
Coloniza esta tierra con su mesura dentro
y entabla un gran abismo de pasión dulcineo
¡Ven moviendo banderas con azar del flirteo!
Entra, llena y calma la sequía de este pueblo,
levantando mi cúpula con amor eterno.
Mariana Gutiérrez, Mayo 2018