No le diré ‘te quiero’, aunque la quiera,
ni cómo, al despertar, con ella sueño,
ni que me gustaría ser el dueño
de su amor, que eso ni sueño, siquiera.
No he de decirle cuánto en ella pienso,
ni cuánto, si no está, la echo de menos,
ni cuántas veces he de echar los frenos
al sentir el deseo, tan intenso,
de hacer cien mil locuras que no debo,
por no dar pie al caudal de sus enojos,
ni que, al temer que el brillo de mis ojos
me delate, a mirarla no me atrevo.
No me delataré de ningún modo,
no debe sospechar cuánto la quiero,
deseo y extraño; callar prefiero;
me encanta su amistad, despues de todo.
© Xabier Abando, 09/05/2018