Te dije adiós sin querer hacerlo
sin tener ganas,
extendiendo mi mano en un gesto
como quien suelta y retiene,
queriendo abrazarte para siempre...
te solté sin fuerzas
cuando en realidad me aferraba a ti
como náufrago a la tabla.
Y te vi partir como un niño mira como se escapa de sus manos,
ese globo que es causal de su alegría,
mirando impotente ante la imposibilidad de recuperarlo,
sin poder alcanzarlo siquiera.
Te solté a sabiendas que contigo
se iría una gran parte de mi vida,
que se apagaría de a poco
la luz que pusiste a mis días,
el color que trajiste a mi invierno desolado,
a mi otoño gris y nublado.
Te solté mientras un nudo se me hacía en la garganta
donde los te amo se agolpaban
furiosos, impetuosos, desesperadamente atrapados
para siempre silenciados, celosamente guardados
por mis labios resecos de tus besos,
que gritaban silenciosos
¡Vida mía no te vayas!
Te solté sintiendo como por dentro me desgarraba,
sintiendo como la vida de a poco se escapaba
como arena entre los dedos
inútiles… entumecidos… necróticos… ateridos, hambrientos
de tu piel de luna en madrugada.
Te solté sabiendo que eras mi todo y mi nada
mi tormenta y mi calma,
mi ángel y demonio,
mi musa y mi poesía,
mi más hermoso sueño
aunque nunca fui tu dueño
solo un mágico ensueño
en la rutina que desalma…
-. Par
10052018
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