Escurren los años, pesa ver que soy más viejo; tu más hermosa. Es verdad que no he aprendido bien el arte de ser hijo a pesar de tener la mejor enseñanza en el hogar. Recuerdo el transcurso de los años, como se van presentando los escalones que hemos subido juntos; entrelazados. Desde la infancia he vivido enamorado de tu sonrisa, Madre. Eres el mejor regalo de la vida. Si en alguna circunstancia faltaras, tal vez mi locura aumentaría. Cada paso del camino estoy acompañado de ustedes, y tú, Madre haces que las cosas funcionen, la vida sea leve y en su brevedad sea hermosa. Amo la vida por ti, tengo la esperanza de conocer más mujeres como tú: resplandeciente de belleza, repleta de humildad y sencillez, enamorada de un solo hombre y de sus descendientes, entregada al fuego de la vida y a sus creencias, atiborrada de bondad y nobleza; los adjetivos no tendrían fin en ti. Porque tu amor es infinito, tus cualidades eternas.
Sé que tu amor es filial, cuando llegue la muerte en otra vida aún me amarás y si hubo vidas antes de estas ya me amabas. Sé que al igual yo te amaré, te amaba y te amo como hoy.