Estoy en la vereda
bañada con recuerdo de tus besos,
tus caricias de seda
y mis sentires presos
en vuelos trasnochados y confesos.
Te esperaré en el lecho,
fijando en tu recuerdo el camino;
y el sonar de mi pecho,
la flauta , peregrino,
que te acerca de nuevo a mi destino.