(Dueto entre los poetas Ingrid Zetterberg
y Roberto Tavares...en el foro Mundopoesía)
Roberto:
Usted entre versos y doradas
gotas, usted y las rosas de rocío cuajadas,
usted y las cartas
de esperanzas rotas,
usted y el silencio de las madrugadas.
Ingrid:
Usted y sus palabras
que traspasan mi vida.
Usted y yo, inesperado encuentro
de dos almas. Poetas de sangre.
Usted y el dolor de lo que se ha ido,
usted y ese llanto
que ya no esperaba.
Le ofrezco mi canto
como dulce daga.
Roberto:
Yo por mi parte le ofrezco
mi oído como desatino,
y el verso que siento latir
por mi pecho,
le envuelvo mi alma
ahita de sueños,
sembrada de ansías
y desconsuelos, como prenda
afable de mi vida quieta,
que ahora despierta
al leer tan sentidos escritos
de su puño y letra.
Y si fuera que al verme
llenito de anhelos,
usted me comprende
y me justifica,
le ruego mi amiga
que usted de alegrías
me toque la puerta.
Ingrid:
Usted y yo, como dos niños
que se asoman a la fuente
de las aguas perfumadas,
que mana en su vertiente
la pureza de los versos.
Usted que alcanzó
las hondas fibras del misterio
con sus letras,
y yo que descorrí el velo,
descubriendo mi tristeza.
Usted y yo, almas afines,
que dejamos fluir música
en las palabras,
y detuvimos las madrugadas
en el cantar que atravesó
nuestras ventanas.
Volvamos en quietud
hacia la luz
que rozó nuestras manos,
e inspiró nuestro canto.
La luz de Aquel
que nos anda buscando.
Roberto:
Como un volver a la infancia feliz,
así lo ha descrito,
que yo me imagino de usted
y su canto, un sueño veraz,
ataviado de flores,
que en la quietud se desprende
y da muestra
que aún en penumbra
ya alumbra,
y que aún de noche
ya asoma en dos corazones...
un nuevo horizonte.
Usted es un cuento feliz
para mis dolores,
por eso, yo dejo que un verso
dibuje en suspenso...
mis emociones.
Mientras más leo, más
me fascino.
Y mientras miro el ambar
del día, me doy cuenta
que me ha conducido,
a la luz de Aquel que da paz
y lo es TODO,
y hallando esa paz
tan serena,
el alma se acuesta
a sabiendas
que existe alguien
que la comprenda.
Ingrid:
Usted mi amigo,
el de las palabras dolidas,
el de la ilusión plena,
cada hoja derramada
del árbol de los años,
se llevó esperanzas viejas,
y arrastró canciones nuevas
hasta el umbral
de nuestras puertas.
Una mirada de luz
le abrirá a usted
la desconocida senda,
una ruta iluminada
que hace tiempo yo conozco
y que me embriaga.
En esa senda
hay unas huellas laceradas
que le invitan a usted
a continuar con valentía.
Usted y yo
llevamos en el alma
el don de poesía,
regalo dichoso de Aquel
que más nos ama.
Usted amigo, hermano,
cuya tristeza es mía,
deberá saber que
no hay desencanto ni dolor,
cuyas manos heridas
no puedan sanarnos.
Roberto:
Yo quiero en un sueño
volver a encontrarla,
yo quiero mirar de la luz
sus colores,
yo quiero olvidar
los antiguos dolores,
que me cambien por paz
la voraz soledad
de mis decepciones.
Es decir,
la ilusión convertirla
en vivencia,
y así renovado
hallar en usted
mi mejor poesía,
por eso mi amiga
como lo que a usted
ahora le inspiro,
seca mi llanto,
lo que usted me describa
yo se lo canto.
Ingrid Zetterberg y Roberto Tabares
De mi poemario \"Tu luz y mis versos\"
Año 2,009
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