He vivido.
He vivido y he transitado soles, amores, desengaños,
con la impunidad de los que viajan sin equipaje,
con la fría determinación del asesino de días, de vidas que creía eternas.
Pero un día descubrí lo inevitable,
un golpe inesperado, este corazón maltrecho,
la contingencia, la fragilidad, la irremisible verdad de que estoy de paso,
en tránsito hacia ese rio desconocido,
el rio de los que me precedieron, interminable, dolido,
que me engullirá en sus aguas bravas.
- Erebo me conducirá por estrechas veredas hasta el Hades,
cuando ya nadie escriba en mis tablillas el camino salvador a los Elíseos,
cuando ya nadie quede para dejar sobre mis ojos vacíos, muertos,
los dos óbolos debidos al barquero Caronte ,
cuando ya nadie vigile los lécitos sobre mi improvisada tumba,
cuando, sobre mis cenizas, también mueran las hojas del aliso. –
Y desapareceré.