juan jose gonzalez ramil

Quilinchos

Susurraré despacio,
suave y en silencio
en toda tu dulzura
lo inmensa que te siento.

Susurrame al oído,
tán calma como el sueño
la hipnótica ternura
que llevas siempre dentro.

No dejes ni un momento
de ser mi viejo lastre,
mi dulce algodoncillo
que mulle mi desastre,

no dejes de ser siempre
mi musa y mi niñera,
mi báculo perpetuo,
mi incómodo dilema.

Te quiero con locura
cargado de tus penas,
atado a tu ternura
concibo mi alma a medias.

Perdona mi torpeza,
perdona mi desidia
perdóname si puedes
mi necedad infinita,

porque siempre soñaste
con años sin mentiras
tan simples como tu alma,
tan puros como el dia,

y en cambio yo engañado
te enmarañé la vida,
te eché cada mañana
un trozo de la mia.