En el mágico cauce de la vida
son los peñascos parte de sus bienes;
alma que a su atmósfera vienes
peregrina su curso, extravertida.
No hallarás en arena atardecida
papiro que en mojado cristal vino,
desvanecieron lágrimas de vino
cada palabra en línea concluida.
Si llegas a sentirte incomprendida
y la pena es sustento que vacía,
haz que el llanto no llene una bacía
en alba y en ocaso, confundida.
Batalla, con firmeza sostenida,
al ritmo de una danza en las ondas,
contra las penas mudas y más hondas;
concédelas al viento, decidida.
Traza en el relieve de la vida,
voluntad y deseos en la cima,
sombrías emociones en la sima.
Alma, ¡muestra tu luz inadvertida!
Del pesar al delirio y despedida
que quebranta la tríada, su arte;
¡no dejes que el espíritu se harte!,
queda sin fuerza el cuerpo y,tú, dormida.