1
La noche en el cristal,
oscuridad, viento, y nada más,
el ir y venir de las enfermeras,
siguen llegando los amigos,
quedo sentado, sin nada que decir,
todo se hace denso y siento tristezas,
saludan a la Madre,
algunos tocan mi hombro,
del otro lado de la ventana,
miles de pájaros fugitivos se liberan de la lluvia.
2
Miro el borde de cada imagen,
veo espinas, heridas profundas,
puedo sentir cada desgarre,
tocar el gesto doloroso de los árboles sin hojas,
giran palabras que se quedan a mi lado,
“Sí” “No” “Mucha sangre” “No le digan a la Madre”
“Realmente no lo sabemos”, “Si pasa la noche,
tal vez se salve”.
Yo tiemblo y digo cosas que nadie escucha.
3
Las sábanas blancas,
las gotas en el piso,
mi Hija iba dormida, muy sola,
como alondra sin cielo,
abandonada y arrojada al mar,
“¿a dónde la llevan?”, “doctor, por favor diga\",
dos señoras abrazan a la Madre,
la invitan a rezar,
no sé lo que vendrá después
de este silencio insoportable.
4
Quise acercarme, se la llevaron,
alguien limpió las gotas,
mi Esposa me abraza, llora,
nos miran y no saben qué decir,
¿qué decir en estos casos?,
“todo va a salir bien”, “pueden contar conmigo”,
siento el latir profundo y resignado de mi Esposa,
las comadres se la volvieron a llevar,
un rosario de madera y esos vestidos negros,
el amplio silencio del instante,
las horas marchitas del otoño
se desprenden y caen.