alupego (Ángel L. Pérez)

DAME LA MANO Y LEVANTA

 

Gigante de corazón.
De ciclópeas voluntades.
De dimensión sideral,
la nobleza que derrama.
Pletórico de bondad.
Generosa afinidad.
Con el que sufre y reclama,
su respeto y dignidad.

Con las manos extendidas.
Aferrando al que se cae.
Levantando la esperanza,
del caído que se abate.
En sus ojos la mirada,
que calma al que se debate.
Corazón que se derrama,
sobre el hermano que sufre,
en su personal debacle.

Repite el eco la voz.
Vuelve de nuevo a encontrarse.
Al origen vuelve el Hombre.
Para beber de la fuente,
sediento de ser gigante.
Letanía que se repite.
Estribillo de la mente.
De los sabios el poder,
de alimentar al que nace.

Eco que el eco repite.
Rebotando entre la gente.
De mente en mente saltando.
Como viaja el pensamiento,
que bebe en la misma fuente.
Voces que de boca en boca,
de viejo a joven pasando.
Contagiosos sentimientos,
que en cada ser van dejando.

Sueño que dentro del sueño.
Sin querer sigue soñando.
Repitiéndose al soñar,
cada vez con lo soñado.
Soñando sin responder,
a ningún significado.
Volviendo de nuevo al sueño,
que en el pasado soñamos.

Gigantes de corazón.
De verdades adornados.
Vestidos de integridad.
De respeto su legado.
Enormes en su quehacer.
Pequeños de ser honrados.
A flor de piel la justicia,
de los derechos humanos.
Con los brazos preparados,
para a otro ser acoger.
Ejemplos de dignidad,
en un mundo desgarrado.

Dame la mano y levanta.
Compañero, que aún temprano.
Saldremos a caminar.
Para ir juntos sorteando,
en cada paso, las trampas.
A. L.
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