Las lágrimas que no se lloran,
amiga, se evaporan,
no me quedan dudas.
Lo que no alcanzo a saber es
si van al cielo,
si vuelven a su estado
de nuevo,
si algún ángel las guarda,
si en su ábaco las ensarta,
por unidades,
después por decenas...
Lo que no sé, amiga mía, es:
Si en el cielo la tristeza se cuenta,
¿se resta la tristeza en la Tierra?