Allí… donde todos los mundos
están contenidos
en una brizna de hierba.
Cada hoja es una joya del cosmos
en el equinoccio de mi corazón.
Eres la plenitud de mis días.
Voy surcando las veredas sobre
tu manto de hojarascas,
colchón de violines maduros
que rechinan en el viento.
Siento la caricia del sol macilento
en un banco de plaza, mientras la tarde
va sesgando tus ocres abismales.
Busco una presencia, una sonrisa,
algo que me rescate de tanta belleza.