Como no amarte, si eres lo único en esta vida;
pretender sacarte, de mí, es exiliarme al olvido.
Eres la virtud por la que renace toda mi alegría;
solo un idea tengo: casarme contigo por destino.
Te he amado por siempre, en mi pequeño mundo;
te amé cuando esto que pesaba tan casto y puro
inundaba a todo mi ser con algo que no confundo
porque era sentir el amor cual sentimiento futuro.
Te amo con cada resquicio de mi corazón dorado;
él sabe, que como tú, no habrá otra mujer tan fina;
te amo, lo repito hasta cansancio de ser enamorado
pues es así, pudiendo jamás apartarme de ti, divina.
Te amaré hasta que la nada me diga que es la hora
y aún, entonces, te seguiré amando sin poder parar
dado que Dios te hizo para que seas feliz en la tierra
pero yo seré glorificado de tu mano por la eternidad.