Kleber Exkart

Carta a mi Madre

Querida madre te escribo

desde la inmovilidad, desde el silencio

desde esta larga ausencia,

desde el ostracismo, desde el espacio

mas denso y espeso de la niebla.

 

Es improbable que me leas

que te acerques a estas líneas imaginarias

a estos trazos de mi meridiano pasado.

Tu no das fe a lo que escriben,

sientes como se adormece tu

parpado por tanta tinta negra erecta.

Mas consiento que debo escribirte

y redimir el flaco favor de extrañarte.

 

Recuerdas la flor roja ermitaña

que siempre robaba para ti de los patios

de las casas vecinas. Me hubiera gustado

que luzcas una en mi día de velorio

pero seguramente olvidaste ese detalle

que me acercaba a ti como tu enamorado.

 

Hoy lio desde el pasado

reencontrando tus pasos y los míos.

No pude despedirme en mi

abrupta agonía. Supe que estuvisteis

pero fue tarde para mi.

Apenas si escuche tu voz

como en lejanía.

Ya mis fuerzas me habían abandonado.

La barca de la despedida iba errante

camino a no se donde.

 

Tú la que me concebisteis, tú la que

heristeis en tu vientre con la rosácea

macula de tu desamor, trastocaste

en primor cuando me vistes nacer.

Se que no me esperabas y esa era tu angustia,

sabías mi historia antes de mi nacimiento

por eso llorabas el dolor del arrepentimiento.

 

Perdóname por no haber

sido el hijo que soñasteis

Miles disgustos te di que hicieron

renegaras y sentenciaras

con palabras premonitorias

donde terminaría mi existencia.

 

Al final fueron lapidarias

y la crucifixión de mi cuerpo

envilecido por los tóxicos  

volvió al polvo, porque del polvo

fui tomado y al polvo volví.