Hay caricias que duelen,
hieren, y arrancan lágrimas.
¿Has visto la caricia de la esposa
en el auto del inerte marido que se marcha?
¿Has olido el llanto vivo del nieto
ante el abuelo que está ya sin alma?
¿Has oído el dolor profundo de la madre
cuando su retoño deja para siempre su casa?
¿Has tocado la mano del hambriento
que acaricia su estómago sin esperanza?
¿Has comido el ajenjo del amigo
que por un abrazo traicionó tu alma?
¡Oh caricias que quebrantan los sentidos!
¡No vive quien su piel por ellas no pasa!