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La trampa de la felicidad.

  El estado de ánimo. Si cerramos la puerta, al mensaje de la tristeza, que nos invita a la reflexión y a la transformación, cuando la crisis acabe emergiendo, puede ser demasiado tarde. Varios estudios han demostrado, que un incremento artificial de la sensación de felicidad-siempre beneficiosa en niveles moderados- resulta contraproducente.   Quien está satisfecho de forma permanente, no se esfuerza en mejorar. Los que la valoran en un término medio entre el uno y el diez, suelen tener más éxito, que los de mayor puntuación, siendo estos considerados extremadamente felices. El índice elevado de satisfacción, conduce a la  pérdida del sentido de la realidad, adormeciendo nuestras herramientas personales para enfrentarnos a los periodos temporales de crisis.