Tu figura esbelta;
tu presencia noble,
hijo amado...
eres el escogido
de mis ojos,
el que se derrama
en mi llanto.
El de labios parcos
y silencios largos...
A veces tu carraspeo
me llega desde lejos;
tu sigiloso andar
en la penumbra...
tu incansable espera.
¡Quizás alguna llamada!
una entrevista que llega,
pero se esfuma
en el pasar de los días...
mas la esperanza anida.
¡Me dueles tanto,
hijo amado!
Ese filo de luz
debajo de tu puerta
silenciada,
noche a noche
me acompaña.
Y yo te amo
cuando te vislumbro
en la distancia
con tu bolsa ajada
de pan tierno...
tu música la llevo dentro
y quiero decirte
en esta noche de Enero
que te he puesto en las manos
de mi Dios eterno
para que no desfallezcas
en el desespero.
Y sepas por siempre
que el Señor
alumbrará tus días nuevos
con inmensa piedad
y amor.
Ingrid Zetterberg
Dedicado a mi amado hijo Raphael
De mi libro \"Por los bosques del silencio\"
Año 2,017
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