Me persigue tu amor a todas horas
y sin tocar el gozne de mi puerta
que te dejo de par en par abierta,
el alma, cariñosa me devoras.
Tus gestos van diciendo que me adoras;
y un hálito de vida en mi despierta,
convirtiendo mi cuerpo sangre yerta
en jardín que de rosas me decoras.
Jamás oí de, ti, ningún lamento,
siempre dulce te entregas ¡cielo mío!
Y es tan grande por ti el amor que siento:
que te hago reina de mi caserío
y de mi corazón por ti sediento.
¡Reina absoluta mi libre albedrío!