Me sería posible esbozar el celaje de crepúsculo laureado,
con el resto de mi furia en atlántico peligro,
argüiría cualquier semblante bronce,
quizá sortílega aurora enternecida, arrebatada y trastocada,
en tu voz susurrante a través de tal vez nada.
Llegaste con las aguas de sal que brincaron tras el golpe de la roca o del hombre de la quebrada,
tras las cien horas de la noche.
Engullida roca que saboreó la escena nuevamente.
Solo dar tiempo al tiempo me restó tu anhelo:
te escuché, te figuré y te conjeturé de alturas volátiles.
Poco a poco
suerte a suerte
palmo a palmo
ennegreció mi malicia de tus brazos,
al pensarte, sonrisa y llanto pausado,
esperar por cortejarte en elevación azuzada,
habrá de ser, habrá de ser, habrá de ser
el día jubileo de tus labios en roce delicado
y tu clima de mar y tu verde mar y tu sombra mar… amar.