Te extraño
en la cruenta herida
que lastima.
Eres tú mi galardón;
aquel que esperaba
como corona ceñida
sobre mi frente angustiada.
Eres el diamante azul
que pende cual lágrima
de mi pecho.
El sigiloso tras las almas,
el de las manos laceradas;
aquel que mi aliento nombra.
Te ausculto en la distancia,
oh velero ardiente
de mi playa,
que cruzas el mar de mi orfandad
como blanca ofrenda,
y anclas en mi soledad.
Te extraño
luz de mi horizonte,
que te elevas en mi sendero;
farolito en media noche.
Eres mío en el silencio
de mi loca inspiración;
agonía de mis versos.
Ingrid Zetterberg
Dedicado a mi amado Señor Jesucristo
De mi poemario \"El azul de la vida\"
Año 2,013
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