Un buen profesor suele ser
pequeño y distraído
frágil y dependiente
de alguien que se preocupe
ya sea de su trabajo
de sus citas, sus comidas
y que sus gustos conozca
también sus debilidades
esa es la cualidad
para ser buen profesor.
El profesor Julio Almanza
estaba especializado
en ese tipo de plantas
caníbales, venenosas
exóticas y extrañas
y todo estaba en manos
de su hermosa secretaria
que hacía todas la cosas
porque él no se arreglaba
ni en los viajes ni en la casa.
Tenía una secretaria
con todas las cualidades
alta, linda y perfecta
buenas formas y carácter
suave y protectora
posesiva y decidida
en todas sus relaciones
lo hacia vivir en sus ojos
incluso en su voluntad.
Era su amante esposa.
El viaje al Amazonas
para buscar nuevas plantas
para aspirar los aromas
de las flores naturales
y encontrar el elixir
que en ellas se esconde
a pesar de los mosquitos
que sin piedad los picaban
fue una nueva experiencia
para el cuerpo y el alma.
A la carpa somnolienta
sorprendió el amanecer
con pájaros que trinaban
la bruma sobre las aguas
el rechinar de insectos
y vuelos de mariposas.
Para buscar nuevas plantas
y descubrir nueva flores
salieron de madrugada
el profesor y su dama.
Ella encontró una flor
con forma de campanilla
cuyo perfume llegaba
a provocar los sentidos
y el suavísimo contacto
en los pétalos rosados
era como caricias
de un ángel escondido
mas escondida traición
la tomó desprevenida.
Fue que al tocar la flor
ella recibió un pinchazo
de una espina encubierta
que la hizo estremecer.
Sin duda la flor tenía
en su savia una sustancia
con un tóxico elemento
porque la mano se inchó
pidió ayuda y su marido
con protección la abrazó.
De pronto empezó a apretarlo
arañarlo y morderlo
con consiguiente sorpresa
de su amado profesor.
Bebió su caliente sangre
y en una metamorfosis
se transformó en el tronco
de un árbol tropical
manos y piernas torcidas
todas cubiertas de espinas.
Bajo la copa del árbol
protegido por su sombra
yacía un cadáver seco
y en el edén tropical
solo pájaros se oían
y el soplido del viento.