Intento atrasar
las horas del Tiempo
imperturbable y
colgado del Espacio,
que nunca te espera.
Mientras, percibo
la rasgadura tenaz, odiosa,
y sugerente de aquella
rama desnuda del árbol-otoño
cubierta por barniz opaco y grueso,
que golpea la mustia ventana.
Ya las esquirlas
de aquel níquel descolorido
abominable , casi transparentes
del árbol se desnudan
indecentes.
Me pregunto.
¿Quién se animaría
a escarvar mi subjetividad
y ridícula historia?
Despojos solares
(que ya llegan)
oscuros y amenazantes,
no concluyen esta obra.