El Mochuelo de Minerva

Tu, Mi ReligiĆ³n. (1.5)

 

 

La arena del tiempo va enterrando mis tormentos.
Vientos del pasado desentierran mis pecados.
Entre mis recuerdos mueren minutos ahorcados
porque fueron judas, traicioneros de mi mente.

He sacrificado mi cielo por un momento
para derretir mi hielo en caricias que vende el diablo.
Me he crucificado con clavos que se oxidaron
por ver al cordero que multiplicó mis peces.

Sálvame del fuego. Quiero estar en tus inviernos.
Aunque lo nuestro ha muerto, lázaro ha resucitado.
Tú creas paraísos en mis sueños más preciados
dando aliento de vida a mi corazón inerte.

Cargo con el peso de mi cruz pero los cuervos
quieren sacar mis ojos y observarme derrotado,
pero mi fe tiene más luz que los recuerdos malos
y quedan opacados por los buenos para siempre.

Yo no he sido quien para juzgarte en tus defecto,
ya el prójimo que nos condena se lava las manos
creyéndose los reyes como aquel Poncio Pilatos;
tampoco seré perfecto cuando tu juicio me llegue.

No hay Lucifer ni Satanás que esté en peor infierno
que el de imaginar a tu silueta entre profanos
Ellos creen que las varas miden lo bueno del santo.
Sin un religioso orgasmo no te volverán creyente.

Creamos catedrales bajo sábanas ardiendo,
de un metro cuadrado, pero nos sobraba espacio.
Yo te predique mi amor hasta ver el ocaso,
tu correspondías mi beso sobre tu frente.

Tú me predicabas que abriera mi pensamiento
y las puertas de tu iglesia me abrías, pero despacio.
nunca imaginé que existiría ese hermoso palacio
era el paraíso entre tus piernas... en vientre.

Antes yo me embriagaba con la carne de tu cuerpo
ahora me embriago con el vino para recordarlo
A cambio de mi alma miro de nuevo al pasado
y en esa ultima cena toda tú eras mi banquete.

 

Pero mirame ahora

cayendo hacia el averno

me aferro de la soga que me arroja tu recuerdo

 

con pocas esperanzas

de yo ser redimido

por no ver lo bonanza que en tus brazos he tenido.

 

en el séptimo piso

de esté cielo invertido

derrotado y sumiso firmo mi último destino.

 

que mi alma sea pedazos

sufriendo diez mil penas

o vuelva a tu regazo y que tu elijas mi condena

 

y así decirte en vano

allí frente a tu tez

que todavía te amo como la primera vez.