Se han aquietado
todas las lumbreras,
ya ninguna enciende
el llamado
desde tu lejana aurora.
Se ha borrado
el largo camino curvo
que sostenía tus pasos
y tus blancas flores.
Me dejaste
al otro lado de la orilla
con mis sollozos apagados.
Ya mis ojos no dicen nada,
ya miran sin ver
los excelsos crepúsculos,
las mariposas azuladas.
Y la presencia diminuta
del petirrojo
no le habla a mi alma.
Me he mudado
en otra piel,
yo misma no me conozco.
¿Cuándo fue la última vez
que me encontraste?
¿Cuándo fue la vez primera
que me amaste?
Pasó como una estela de luz
todo eso que llamamos vida,
y sin tu amor
ya no existo.
Ingrid Zetterberg
Dedicado a mi amado Señor Jesucristo
De mi poemario \"Por el valle de los aromas\"
Año 2,012
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