Te mataré.
Y la lápida que te eriga se inclinará
por el peso de tu nombre
sobre la que se erigirá mañana.
Tu amor aúlla como un lobo
en la nocturnidad.
Pero no soy esa luna ahuesada en su lecho.
Soy quien te desangra, hasta que el día
se proponga en su sentencia.
Entonces el que aúlle seré yo.