alejandro fozar

LIII.

 

Te mataré.

Y la lápida que te eriga se inclinará 

por el peso de tu nombre

sobre la que se erigirá mañana.

Tu amor aúlla como un lobo 

en la nocturnidad.

Pero no soy esa luna ahuesada en su lecho.

Soy quien te desangra, hasta que el día

se proponga en su sentencia.

Entonces el que aúlle seré yo.