Sólo me quedan amargas costumbres
que hacen extrañar la manera en la que
lucían tus partes envueltas en mis brazos.
Me mandas a un lugar donde no estás;
me dejas un vacío tan lleno de tu ausencia;
ni siquiera puedo ahogarme en las palabras
porque me obligas a desgastarlas.
Convertimos el amor en uno censurado,
del que siento espasmos de un adiós.
Mario Dácher