Sebafel

A Jesús durante la angustia

Tú que siempre me convidas

a ofrecerte lo que es mío,

tú que me invitas a darte

lo mejor que he recibido,

derrámame un poco 

de tu luz y de tu sangre,

algo de ese amor eterno

en el que tú nos salvaste.

 

Ahora me veo a solas

ante un horizonte yerto,

pero sé que tú me esperas

al final de estos desiertos.

 

Sin embargo, oh Señor,

ni atisbo de tu poder

veo alrededor:

sólo mal y desnudez,

sólo clamor y amargura, 

sólo muerte y orfandad.

Mas yo sé y estoy seguro 

que al final tú triunfarás:

 

llegará glorioso el día

en que tu \"Sí\" al Padre

deslumbrará la creación

y se acabarán los males.

Alzarás tu voz

y renacerán los muertos

y estaremos de pie todos, 

grandes y pequeños.

 

Dígnate, Señor de mi alma,

de cara a ese gran día

hacerme humilde y sencillo

para entrar por la salida

de esta angustia, de este espanto,

de esta soledad de muerte.

Dígante Salvador mío

a hacerme ver lo que puedes

 

y hallaré descanso en tu Corazón

simple como una paloma y fuerte como un león.