Quizá nunca sabremos
si esta convergencia
yace en un libreto
si el destino tramó domesticarnos
para anclarnos al encuentro
si hay leyes invisibles
maquilando por el cosmos los sucesos
y como una hoja sobre el piso
nos dejamos arrastrar
para que un orden disfrazado de azar
nos hiciera concordar de entre los vientos.
Pero ya que estamos frente a frente
y el conjuro se acaba de instalar en nuestra mesa
bebamos de este vino
pues absolver demonios será evidente
mediante un susurro de memoria etérea
dispuesto a pronunciarse como un eco al infinito.
Después de todo
pensemos que un guión escrito
puede coexistir con una dosis de libre albedrío
y en vez de fijar en medio de nosotros a un abismo
disipemos los milímetros
que nos separan de una jugada sin tregua
para la muerte.