Inerme y sin rencor,
inquieto, siempre en fuga,
disperso y solitario
y cómplice del viento,
unánime en el grito:
¡libertad,
vida y paz!
Así, del infinito,
partícipe me siento
fraterno y solidario;
tan sólo me subyuga
del alma, su color.
Gonzaleja