Precipitación de la noche,
lluvia del hombre
ensangrentado por su mente.
La muerte,
única inmortal.
Pide su tesoro:
el alma maldita,
las rosas de fuego.
Astros fríos
borran las huellas,
el rastro del hombre.
Se esparce en el infinito
con sus formas finitas
el polvo grisáceo,
acariciando la melancolía
de las lunas negras.